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Ojo de Agua |
El lago Nicaragua es un mar entre dos océanos, un mar de agua dulce que en sus profundidades guarda la memoria de quien algún día peino en silencio los rayos de sol. El lago es vida, en sus orillas los viejos aun sueñan con volver a navegar entre sus olas y, tras las olas, surgen los volcanes de Ometepe. En esta isla de labradores y pescadores el tiempo es como un dulce hilo de minutos vacíos, aburrirse es un pasatiempos como el de aquella mujer que al borde de sus ochenta años calceta recuerdos. Caminamos horas, la niebla densa no nos deja ver la cumbre de los volcanes y con lluvia no es recomendable subir, así que no nos queda mas que tomarnos un baño en el Ojo de Agua. Mañana tomaremos un barco hacia San Carlos, una travesía de mas de doce horas de duración, bajo un cielo de luna llena,y al llegar tomaremos un bote a Solentiname.
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Dibujo en la iglesia de Solentiname |
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Solentiname |
Solentiname es un archipiélago de mas de treinta islas, tan solo cinco están habitadas, un paraíso donde la palabra se desnuda y el sueño de aquellos que aun queriendo cambiar la historia se ahogan en el pasado. Es aquí donde aún podéis dibujar sobre la piel pájaros de colores, contemplar desde la terraza de la casa de doña María como la luna se lleva al sol tras las estrellas. Las noches se llenan de recuerdos, una nube de nostalgia impregna nuestras cabezas de una fina lluvia colorada, tan sólo la sombra de quien me habla parece difuminarse y mi garganta se anuda. En Solentiname encontrarás la memoria de la Revolución Sandinista, también el resentimiento de quien no sabe que toda la sangre derramada ha servido que para los pobres se asienten en el derecho a vivir en paz, entre sus islas resuena la voz del poeta, es Ernesto Cardenal, a quien alguien lo llamó el Quijote de Solentiname. A las puertas de Costa Rica hemos viajado por los Guatusos en la lancha de nuestro amigo Rodrigo, un gran conocedor del lago y mejor persona, un recorrido entre iguanas y pájaros, monos y tortugas, caimanes y lavanderas sonrientes, y en la cantina de la aldea nos tomamos unas cervezas con Daniel, hombre prudente y de sonrisa sincera. Cuando lleguéis a Solentiname id a la isla de San Fernando y preguntar por la casa de doña María, allí esta el albergue Celentiname, punto de encuentro de viajeros a ninguna parte.