Rodeada por los volcanes Agua al sureste, Fuego al suroeste y Acatenango al oeste son los tres guardianes de la más bella de las ciudades de Guatemala. Antigua es una ciudad de estilo colonial español con pequeños edificios de planta baja que datan de los siglos XVII-XVIII y numerosas iglesias y monasterios que denotan que poseían un gran poder.
Antigua es el lado amable de la capital del país, situada apenas a media hora por carretera, es el epicentro del turismo, una amplia oferta de hoteles y restaurantes así como un surtido comercial muy variado. Será inevitable que pases desapercibido como un gringo y objecto de codicia de aquellos caza turistas que a las puertas de sus negocios te ofrezcan artesanías de dudosa procedencia.
Recomendable es subir al volcán Acatenango; supone un esfuerzo razonablemente duro, no imposible pero sí sacrificado por aquello de los caminos resbaladizos. No fue posible llegar a la cima pero si hasta tal punto que hemos visto la lava entre las grietas ya que hacía tan solo unos meses había entrado en erupción y aún se mantenía caliente en algunas zonas.
De regreso a casa siento como un país tan maravilloso agoniza en las cenizas de su pasado, un pasado cruel que ha labrado en los rostros de los indígenas un sentimiento de miedo y desconfianza, miles de desaparecidos y un país con un futuro mutilado. Decía Shakespeare "el pasado es un prólogo".
Antigua es el lado amable de la capital del país, situada apenas a media hora por carretera, es el epicentro del turismo, una amplia oferta de hoteles y restaurantes así como un surtido comercial muy variado. Será inevitable que pases desapercibido como un gringo y objecto de codicia de aquellos caza turistas que a las puertas de sus negocios te ofrezcan artesanías de dudosa procedencia.
Recomendable es subir al volcán Acatenango; supone un esfuerzo razonablemente duro, no imposible pero sí sacrificado por aquello de los caminos resbaladizos. No fue posible llegar a la cima pero si hasta tal punto que hemos visto la lava entre las grietas ya que hacía tan solo unos meses había entrado en erupción y aún se mantenía caliente en algunas zonas.
De regreso a casa siento como un país tan maravilloso agoniza en las cenizas de su pasado, un pasado cruel que ha labrado en los rostros de los indígenas un sentimiento de miedo y desconfianza, miles de desaparecidos y un país con un futuro mutilado. Decía Shakespeare "el pasado es un prólogo".