24 mar 2012

Guatemala y el soñado paraíso

Guatemala. Llegamos con un día de retraso, Pedro nos espera fuera de la terminal ya que, por medidas de seguridad, no está permitido el acceso a las personas sin billete de avión, cuando es dentro donde primero debes de asegurarte que ningún policía invente un supuesto delito a cambio de un soborno. En fin, que allí está nuestro amigo Pedro, un hombre culto y curioso que siempre guarda una pregunta en la recámara sobre Galicia. Estamos cansados; paseamos por el centro antiguo en compañía de Amalia y Pedro y la sensación de inseguridad se nota en todas las esquinas, pues en cada una de las puertas te atopas con hombres de seguridad armados hasta los dientes. Bienvenidos a Guatemala!
 Al día siguiente en compañía de la Monja Blanca, curioso nombre para una empresa de autobuses, partimos hacía la región central de Cobán, al pueblo de San Cristobal de Verapaz. El viaje es largo y peligroso a causa de los desprendimientos, pero gracias a la destraza de los conductores y un poquito a la Orden Divina llegamos con la sensación del reto cumplido. Nos alojamos en el monasterio de las Madres de los Niños Desamparados, centro de acogida y de enseñanza de las criaturas con menos recursos. El trabajo de las Madres es ejemplo de dignidad humana y nos invitan a conocer las aldeas más remotas con el Padre Ricardo. Participamos en los juegos y labores con los pequeños y, con la familia Tilon, compartimos sonrisas y un buen chunto que Sandra cocinó el día de nuestra despedida. Son ellos quienes me han enseñado a comprender que Guatemala es la primavera eterna.


Pedro y Amalia nos llevan al Rancho, un cruce de caminos polvorientos y de aquí tomamos un bus a Río Dulce, pueblo desolador sino fuese porque es el lugar de partida hacia Livingston y el río, de igual nombre, es refugio para piratas y aventureros. Las orillas del río están habitadas por pequeñas aldeas y los paisajes son tan espectaculares que el color verde tan intenso de su vegetación es de una belleza esmeralda. En las noches calurosas del Río Dulce tan sólo escucharás zambullirse el silencio en las alas de las mariposas nocturnas.

Río arriba llegamos a Livingston, un pueblo garífuna de origen africano que se extiende por toda la costa atlántica desde Belice hasta Nicaragua. Se caracterizan por ser de raza negra, conservan su cultura y su idioma, viven esencialmente de la pesca y de un creciente turismo en busca de playas desiertas. Son gentes tranquilas y amables, el tiempo no parece importarles y no podíamos marcharnos sin probar el tapado, plato por excelencia de los garífunos que consiste en cocinar el pescado con legumbres en leche de coco. Paseando por sus calles, sin automóviles, tan sólo bicicletas y alguna moto o quads, el calor puede llegar a ser sofocante y nada mejor que refugiarse a la sombra y beberse una cerveza Gallo bien fría . En la tarde los primeros pescadores llegan con sus capachos llenos de pescados tan enormes como extraños, las mujeres se acercan a comprarlo y, como si de un juego se tratase,  regatean en el peso, primero, y en el precio después hasta que el pescador en su afán de venderlo todo cuanto antes cierra la venta con un beso y un abrazo. Los garínagu de Livingston dicen que si el Paraíso volviese a existir ese sería sin duda su pueblo.



3 comentarios:

  1. Es dificil de explicar: estas tierras seran tan distintas de Galicia como lo era la Amazonia, pero yo siempre me sentia alli en casa: I felt I belonged. Esto nunca me pasa en ningun pais europeo.

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  2. Latinoamerica mais que un continente é un mundo, pero é un mundo ode quixera vivir, onde nunce endexamais sentinme extranxeiro. Concordo contigo, non é doado de explicar mais a difenza non esta en seres distintos senon todo o contrario, de sentirte integrado dende o primeiro dia que chegas. Eu, na miña experiencia viaxeira, Latinoamerica é voltar a casa.

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  3. Latinoamerica mais que un continente é un mundo, pero é un mundo ode quixera vivir, onde nunce endexamais sentinme extranxeiro. Concordo contigo, non é doado de explicar mais a difenza non esta en seres distintos senon todo o contrario, de sentirte integrado dende o primeiro dia que chegas. Eu, na miña experiencia viaxeira, Latinoamerica é voltar a casa.

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